
Interview with MÆRKIN
Share This Article
No todos los comienzos son rupturas. A veces, un nuevo nombre es simplemente el eco de una necesidad más profunda: la de narrar desde otro lugar. Así nace MÆRKIN, el nuevo alias de un productor con recorrido, que decide abrir una senda paralela para explorar una sensibilidad distinta, más pausada, más íntima. En su música confluyen el alma de Detroit, la estructura de Berlín y la calidez emocional del sur de Europa, sin imponerse, sino dialogando.
Lejos de fórmulas inmediatas, MÆRKIN apuesta por la emoción sostenida, por grooves que respiran, por una estética sonora y visual que habla de cuidado, brutalismo y luz. A las puertas de su EP debut previsto para otoño, conversamos con él sobre esta nueva etapa creativa: una invitación a reconectar con el cuerpo, el ritmo y la verdad.
¿Qué significa MÆRKIN para ti en términos de identidad artística? ¿Cómo se relaciona —o no— con tu trayectoria anterior como K.MARTIN?
Es una extensión, pero también una ruptura. MÆRKIN es una versión más desnuda de mí. Mientras K.MARTIN canaliza mi energía más visceral, aquí me permito ser más vulnerable, más melódico, más silencioso incluso.
El proyecto tiene una dimensión estética muy clara. ¿Cómo construiste ese imaginario visual y qué papel juega en tu narrativa sonora?
Desde el inicio supe que MÆRKIN necesitaba una estética propia. Me inspiré en la arquitectura brutalista, la luz de final de tarde, el grano de la película analógica… Quería que el espectador pudiera “ver” el sonido antes de oírlo.
Tus influencias mencionan a Detroit y Berlín, pero también al sur de Europa. ¿Cómo logras que convivan el alma afroamericana del house y la sensibilidad mediterránea?
A través del groove. Todo parte del cuerpo. El alma de Detroit está en la raíz, la estructura berlinesa ordena, y el sur le da emoción. No es un collage: es una síntesis.
Has descrito este proyecto como “una forma de estar”, más que como un simple proyecto musical. ¿Puedes explicar esa idea?
Es una forma de relacionarme con la música y con los demás. MÆRKIN no grita, no corre, no compite. Escucha, respira, se detiene. Es también una forma de resistencia ante el ritmo acelerado del club.
¿Qué te interesa del groove lento, la pausa, la emocionalidad? ¿Es también una postura crítica frente a la lógica del club de hoy?
Sí, sin duda. El groove lento permite conectar de otra forma. No busca el clímax inmediato, sino la construcción de un trance suave, más sostenible. Es casi político en su forma de ir contra el “más es más”.
A nivel de sonido, ¿cómo traduces la introspección sin perder la energía de pista? ¿Cuál es tu enfoque de producción como MÆRKIN?
Trabajo mucho con la repetición y la textura. Busco capas que no distraigan pero que abracen. Me interesa el detalle más que el impacto. El ritmo sigue siendo esencial, pero no tiene que atropellar.
¿Qué tipo de experiencia quieres ofrecer con tu primer EP en otoño?
Un viaje introspectivo que también se puede bailar. Que quien lo escuche se sienta acompañado, tocado, entendido. No quiero que lo bailes, quiero que lo sientas.

